Cierre de año: manual no autorizado para volver a volar.

2025 fue el año en el que toqué fondo sin épica. Silencios, dudas y una pregunta incómoda: ¿y ahora qué? No llegó nadie a rescatarme. Así que hice lo único sensato: volver a aprender, soltar ego y empezar de nuevo. Primero andar. Luego correr. Con decepciones, sí, pero también con personas nuevas que aportaron criterio y valor real. He escrito este artículo como cierre de 2025 y bienvenida a 2026. No va de éxito rápido, va de entusiasmo, confianza y volver a volar. No sé qué traerá 2026; lo que sí sé es que ya no me dobla.

INSPIRACIÓN PROFESIONALSOFT SKILLSRESILIENCIAHISTORIAS QUE INSPIRANREINVENCIÓN PROFESIONALCAMBIO Y ADAPTACIÓNFORMACIÓN CONTINUAAVE FÉNIXAPRENDIZAJE CONSTANTECRECIMIENTO PERSONALCIERRE AÑO2026MARCA PERSONAL

12/30/20253 min leer

El 1 de enero de 2025 no empezó con fuegos artificiales.
Empezó con silencio. Con números que no cuadraban. Con esa sensación incómoda de haber tocado fondo sin previo aviso. No fue una caída épica con banda sonora dramática; fue cotidiana. Y precisamente por eso dolió más.

La pregunta apareció sola, sin pedir permiso:
“¿Pero cómo he llegado hasta aquí?”

El ave fénix, en ese momento, no ardía. Estaba desplumada, despeinada y bastante lejos de cualquier épica.

La vida, tal y como estaba montada, dejó de funcionar. No por un fallo menor, sino por un mensaje claro y directo: reinicie el sistema completo. Durante un tiempo, sobrevivir fue el plan. Pensar demasiado, negociar conmigo mismo y perder más de una discusión interna. Spoiler: no siempre gané yo. Y, como eco constante, la misma pregunta insistente: ¿y ahora qué?

La respuesta llegó el día que entendí algo fundamental: nadie iba a venir a rescatarme. Así que hice lo único sensato cuando se te cae el guion: volver a aprender. Formarme. Aceptar que empezar de nuevo no te quita experiencia, te quita ego. Y a veces, eso es exactamente lo que sobra.

Ahí apareció la verdadera tensión: estudiar sin garantías, invertir sin aplausos y confiar cuando todavía no había nada que enseñar ni que presumir en LinkedIn.

Después llegó la acción. Primero andar. Lento. Con miedo. Con dudas. Como quien vuelve a correr tras años parado y no sabe si lo que duele es una lesión o la dignidad despertando. Luego, casi sin darme cuenta, empecé a correr. Nueva actividad profesional, nuevos proyectos, nuevas personas. Y algo que había olvidado: volví a disfrutar.

El camino, eso sí, venía con extras. Decepción premium incluida. Personas cercanas que me dieron por amortizado con una rapidez admirable. “Este ya…” (completa la frase a tu gusto). Y, al mismo tiempo, personas nuevas —sin pasado compartido ni cenas incómodas— que me valoraron con objetividad, sin drama y sin condescendencia.

Este año no ha sido solo profesional. Ha sido interno. He aprendido a diferenciar caer de rendirse, cercanía de apoyo real, opinión de criterio. He entendido que tocar fondo no te define; te define lo que haces cuando ya no quedan excusas.

Y entonces sí, apareció el ave fénix.
No envuelta en fuego épico ni frases de taza. Apareció hecha de constancia, horas de trabajo y demasiados cafés. Renacer no fue espectacular; fue práctico. Más foco. Menos ruido. Más claridad. Menos necesidad de demostrar nada. El fénix, en mi caso bastante chamuscado, no volvió para impresionar: volvió para seguir volando.

Como decía Winston Churchill, el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.
El entusiasmo no lo perdí. Aunque hubo días en los que tuve que buscarlo a conciencia.

Así que sí: adiós 2025.
Gracias por las hostias, las lecciones y la limpieza. No te idealizo, pero tampoco te guardo rencor. Me voy de ti más ligero, con menos ruido y con más verdad.

Bienvenido 2026.
No sé qué va a pasar. No tengo promesas grandilocuentes ni un plan perfecto. Pero hay algo que sí tengo claro: voy a vivir. Con entusiasmo. Con curiosidad. Con una confianza completa y renovada en mí. Apostando por la serotonina, por la alegría consciente y por la felicidad posible. No la de postal, sino la real: la que se construye cada día con actitud y sentido del humor.

2026 no empieza con certezas. Empieza con algo mejor: energía, ilusión y hambre de vida. Empieza con un “vamos a ver qué pasa” dicho sin miedo. Con la tranquilidad de saber que, pase lo que pase, sabré gestionarlo mejor que antes.

No sé qué traerá 2026; lo que sí sé es que ya no me dobla.

Adiós 2025.
Bienvenido 2026.
Vamos.

— Mariano Puerta – Formador Certificado
🟠 Pura Serotonina